sábado, 22 de enero de 2011

Anoche, a las tres y media

de la mañana, venía del trabajo en mi moto, cuando a media cuadra de mi casa, una muchacha me indica con ademanes de los brazos que me pare.

 "Qué pasó?' -- le pregunto.

"Oye, dame un raite allá." -- me dice, mientras sigue haciendo aspavientos con los brazos. Noto que anda borrachita.

"Allá, a donde?"

"Allá, a la calle. A donde están los muchachos." Con los brazos indica una calle ancha.

"Al bulevar?"

"Sí. Allá abajo!", apunta hacia el norte.

Hace de frío y ella en un vestido ligerito muy bonito, de boudoir, con un chal encima, y sandalias doradas como las de mi doncella del sueño. Ropa cara, de colores bonitos. Ha de tener unos treinta años. Muy sonriente, con la faz deslavada.

"A ver. Súbete pues. Ten cuidado de no quemarte tu patita con el mofle, que es ese fierro que está allí abajo". En chanclas, la chica.

Pero no; pega un ágil brinquito, agarrádose de mis hombros, y monta. Se sujeta rodeándome del tronco con sus brazos.

"Wiiiiiii! Qué rico!" Grita ella, mientras bajamos por la Calle Ermita Sur. Esta niña viene disfrutando de la vida. Yo siento sabroso y calientito cuando se me repega. Ella recarga su cachete sobre mi espalda y lo que yo quisiera sería no llevarla al bule, sino a mi casa para invitarle un café.

Pero en un tris estamos en la esquina del bulevar. Cruzando el semáforo esta la policía
 con los códigos encendidos abordando a un automovilista infelíz.

Ella se apea. Me quiere dar un beso, pero traigo puesto el casco

"Usted es...usté es...muy chingón (hic)".

Ahí la dejo y me regreso a casa, aún sintiendo su calor en mi espalda.

lunes, 17 de enero de 2011

Fuí ayer a Los Angeles.

Al East L.A., ese. South El Monte, para ser exacto. Es que compré un casco para la moto en Ebay y me quedó chico. Fuí a que me lo cambiaran. Gasté $40.00 U.S. en gasolina, pero fué un paseíto dominical muy ameno.

Le dije al chino de los cascos que quería ir a Olvera Street, donde hay un pasaje de curiosidades y restaurantes mexicanos, y me dijo que las curios que venden ahí son hechas en China! Vi que era parcialmente verdad. Algunas cosas eran chinas, pero esos huaraches y esos colgadijos eran puro Oaxaca.

Hablando de Oaxaca, el Sábado andaba en el tianguis de la Zona Norte, cuando el chofer de un taxi libre me gritó: "ESE PINCHE GÜERO OAXACO!" Cuando menos adivinó mi mexicaneidad, je je.

Pero en Olvera Street, estaban los danzantes aztecas pegando de tamborazos en el parque. Puros pochitos y  pochitas con sobrepeso, descalzos y con cascabeles de víbora en los tobillos. Me acordé de una esposa que tuve, que se llamaba Juanita. Todavía se llama así.

Yo no había ido ahí desde 1980, creo, y todo estaba igual. Un gentío multi-cultural de paseo, y de tragones. Entre a La Casa del Adobe, un mini-museo, y al ver un ladrillo de adobe que data de 1810, y que tenían en exposición se me humedecieron los ojos. También al pasar a la casita y ver la sala y la recámara. Los sillones. La mesa. La cama. El crucifijo. El clavicordio... Qué efímeros somos, carajo. Para poder tolerar esto es aquello de "Que me traigan una copa y muchas más..." Qué efímeros.

Me metí a a un restorancito que estaba muy concurrido. Por suerte se levantaron unos y me senté rápido. Pedí unos sopes y una ensalada de nopales.

Me sentaron ahí a una señora que venía sola, y ella y yo nos pusimos a platicar. Era de Maravatío, y tenía 19 años radicando en L.A. Trabajaba en una imprenta donde imprimían los menús de los restoranes Denny's.
Guapa, la ñora, vistiendo todas sus galas pueblerinas en su día libre. Collar de plata con un ópalo pendiente café oscuro. Yo en mi t-shirt y mis Converse negros.

No había mucho tráfico. Nadamás en un tramo, por Anaheim, bajamos a 50 millas por hora. En dos horas estaba de regreso en San Diego.

sábado, 8 de enero de 2011

Porfirio Diaz Street.

La historia oficial tiene a don Porfirio Díaz como 'malo'. Sabes que en El Paso, Texas hay una Porfirio Diaz Street? Una vez iba yo manejando por la interestatal 10, cuando vi una salida con ese nombre.
Cuano era yo un niño de once o doce años, mi papá trajo un libro a la casa. Se lo había prestado mi tío Gilberto. Libro grandote, ilustrado. Edición de lujo con el augusto perfil del general Diaz en relieve dorado sobre la portada de pasta gruesa.

Yo, que era un viciosito para la lectura, lo ojeé con avidez. Venían cantidad de fotos de la era Porfiriana. Los avances en el país. El progreso y la tranquilidad que imperaban. Pero pues en el salón de clases me habían inculcado que don Porfirio era muy malo. Que a los pobres del país los tenía bien aplastados. Que se re-elegía una y otra vez. Ahora entiendo que en el contexto histórico de nuestro México, eso era lo normal.

Qué nos trajo la Revolución de 1910? Un partido político que se instaló en el poder por setenta años contínuos. La miseria de los pobres aún no ha sido remediada. Prefieren muchos jugarse la vida intentando ir a trabajar a los Estados Unidos.

(Luego le sigo ).

lunes, 3 de enero de 2011

Soñé que

Tijuana estaba en estado de sitio, o que había una revolución, o no se qué, pero era peligrosísimo salir a las calles. Me imagino Barcelona durante la Guerra Civil Española. No me acuerdo de mucho. Entraba a un edificio como palacio mítico con columnas dóricas y pisos de mármol donde me parece que tenía yo un departamento ( ja ja ), y donde habitaba una mujer como de treintaicinco años de la cual yo estaba embelesadamente enamorado. Me le quedaba viendo arrobado. Vestía ella como doncella de cuadro francés de hace cien o cientocincuenta años, una diáfana túnica blanca y sandalias doradas y su diadema con brillantes. Ya se que las doncellas son más jóvenes, pero en fín. Más que cogérmela, quería postrarme a sus pies. Pero también quería cogérmela, no hay que hacernos pendejos. Como galán de canción de Agustín Lara, o de Cuco Sánchez.

Pues un día aprovechando las aguas revueltas, entré a OTRO palacio. Este estaba todo bombardeado y abandonado. En una habitacion, o depacho ahí, me encontré una caja de cigarros puros cubanos casi llena, misma que me llevé conmigo, al subir los escalones de mi palacio, allí en la esplanada frente a las columnas estaba ELLA. Ya saben a quien me refiero. Me le quedé mirando boquiabierto.

"Te robaste esos puros?" -- me preguntó.

"Te los vine a traer" -- Le contesté, a la vez que le entregaba la caja. En realidad yo los iba a guardar para fumármelos uno cada dos semanas, o algo así, pero

( Luego le sigo, porque se soltó el pinche perro...)